Guillermo José Chaminade nació en Francia en 1761. Fue el último de quince hijos, siendo sus padres Blas y Catalina Chaminade. A una temprana edad sintió la vocación al sacerdocio. Chaminade, después de ser ordenado dedicó los primeros años de su vida consagrada al ministerio de la enseñanza.
Sin temer a la creciente tensión política y a la persecución religiosa que predecían la Revolución Francesa, Chaminade continúo su ministerio. Siendo así que él permaneció en Francia después de la primera ola de exilio a la que religiosos, religiosas y sacerdotes fueron forzados. Desafiando a las autoridades, Chaminade continuó con su ministerio clandestinamente haciéndose pasar por reparador de artículos o de vendedor ambulante. Permaneció así llevando compasión y ejerciendo su sacerdocio para la iglesia de Burdeos. Después de haber sido buscado por las autoridades políticas, fue finalmente capturado y mandado al exilio a España.
Fue durante sus años de exilio en Zaragoza, España, que Chaminade fue inspirado a ver, de una forma nueva, su misión en la Iglesia francesa. Bajo profunda oración y ante la estatua de la Virgen del Pilar, en la Catedral de Zaragoza, Chaminade percibió la importancia de la intercesión de María y del misterio de la Encarnación. Este nuevo descubrimiento lo ayudaría a llevar a cabo su misión de recristianizar a Francia imitando fielmente a Jesús, hijo de Dios e hijo de María.
Cuando regresó a Francia en 1800, la visión de Zaragoza ya estaba impresa en su corazón y comenzó a trabajar para hacerla realidad, estableciendo así la primera comunidad laica y, poco después, la fundación de las Hijas de María Inmaculada y por último la fundación de la Compañía de María.